• ¿Qué sucederá con la comunidad escolar mientras se realizan los trabajos de remodelación? Es la pregunta que buscan resolver las autoridades.
• Desde el municipio de San Pedro de la Paz, que también participó de la reunión, se comprometieron a elaborar un plan de trabajo. Desde el Gobierno Regional se propuso adecuar las actuales dependencias para no alterar la rutina de la comunidad del establecimiento.

En dependencias del Ministerio de Educación, el Gobernador Regional del Biobío, Rodrigo Díaz Wörner, acompañado por el alcalde de San Pedro de la Paz, Javier Guiñez, se reunió con el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, con el fin de abordar la compleja situación que aqueja al Colegio Galvarino de Lomas Coloradas, conocido popularmente como el “Colegio Iglú”. La reunión tuvo como propósito central la discusión de los retos y las posibles soluciones vinculadas al proceso de remodelación de esta institución educativa.

Durante la reunión, las autoridades llevaron a cabo un minucioso análisis de la situación crítica que enfrenta el Colegio Galvarino. Luego de cinco años de esfuerzo continuo, la institución ha logrado finalmente asegurar los recursos necesarios para llevar a cabo la muy esperada remodelación de sus instalaciones. El Gobernador Regional, Rodrigo Díaz, expresó su satisfacción al destacar que “la reunión fue altamente productiva, ya que el ministro comprendió plenamente la complejidad de la situación y se comprometió a encontrar una solución adecuada. Desde el Gobierno Regional del Biobío, hemos destinado una inversión de $1.118 millones para este proyecto, el cual beneficiará a 490 personas y mejorará las condiciones educativas en la Región”.

Díaz añadió que junto con resolver el tema de los recursos entre el Ministerio y el Gobierno Regional, ahora buscan garantizar la seguridad de los estudiantes mientras duren las obras. “El ministro lo entendió y se comprometió a brindarnos su apoyo. El municipio desarrollará un plan de contingencia que será sometido a la aprobación del Ministerio, y esperamos que las obras estén en marcha el próximo año”, sostuvo la autoridad regional.

Por su parte, el alcalde de San Pedro mostró su satisfacción con la reunión, aprovechando la oportunidad para presentar otros proyectos educativos para la comuna. “Nos comprometemos a elaborar el plan de contingencia requerido por el ministro para su posterior aprobación. Estamos muy satisfechos con los resultados de la reunión”, afirmó.

Uno de los desafíos más apremiantes es garantizar que los estudiantes puedan continuar con sus actividades pedagógicas durante el período de 12 meses que durarán las obras de remodelación. La propuesta presentada por Díaz es adaptar las actuales dependencias para que las actividades educativas prosigan sin interrupciones durante la ejecución de las obras.

Antecedentes

El proyecto de normalización del Colegio Galvarino abarca la reparación de instalaciones, mejoras en la multicancha y la ampliación del patio de servicio. Además, contempla la renovación de áreas de aulas y baños, así como la construcción de un acceso principal desde el interior de la villa de Lomas Coloradas mediante un edificio de dos niveles con materialidad de hormigón armado y características de un edificio inteligente.

El Colegio Galvarino ganó notoriedad en 2018 cuando las temperaturas en sus aulas descendieron a 1ºC, lo que llevó a que se le apodara el «Colegio Iglú». La normativa del Ministerio de Educación (Mineduc) establece una temperatura mínima de 12ºC para los niveles de educación básica y media. La infraestructura modular de hace 60 años, la falta de aislamiento térmico y otros problemas estructurales han creado condiciones extremadamente difíciles para los estudiantes, quienes en ocasiones han tenido que soportar temperaturas cercanas a 0ºC en sus aulas.

El Gobernador Regional del Biobío, Rodrigo Díaz, reafirmó su compromiso de velar por el bienestar de los estudiantes de la región, en particular de la comunidad educativa del Colegio Galvarino de Lomas Coloradas. Asegura que se buscarán soluciones que permitan mantener la continuidad de las actividades educativas y respetar las necesidades de los estudiantes, especialmente aquellos con trastorno del espectro autista (TEA), para quienes modificar sus rutinas representa un conflicto significativo.